lunes, 4 de noviembre de 2013

Los fármacos fallidos para el Alzheimer tienen una segunda oportunidad

 


Una 'start-up' se propone encontrar "tesoros ocultos" en datos de ensayos fallidos para encontrar medicamentos abandonados para la dolencia que podrían funcionar en algunos pacientes
 
Una nueva start-up espera transformar candidatos a fármaco en oro medicinal mediante la revisión de ensayos clínicos fallidos para tratamientos de la enfermedad de Alzheimer, y la identificación de subtipos de pacientes para quienes dichos fármacos puedan realmente funcionar. Alzheon, una compañía del área de Boston (EEUU), fue fundada con la creencia de que los recientes avances en la comprensión sobre la enfermedad que tiene la comunidad científica, y que han sido posibles gracias al uso de nuevas tecnologías de análisis genético y neuroimagen, pueden arrojar luz sobre una enorme maraña de datos de ensayos clínicos fallidos.
 
En primer lugar, Alzheon analizará más de cerca un fármaco diseñado para combatir las placas amiloides, que dañan el cerebro y son el sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. En manos de otra compañía farmacéutica, el compuesto había pasado previamente las pruebas de seguridad, pero no mostró un efecto suficientemente notable en el deterioro cognitivo en estudios de pacientes con alzhéimer. Sin embargo, posteriores análisis sugieren que en pacientes con un determinado marcador genético para la enfermedad, el medicamento logra retrasar la atrofia cerebral de forma significativa. Alzheon cree que un ensayo de seguimiento logrará demostrar que el medicamento es eficaz para pacientes con estos marcadores.

En la actualidad no existen tratamientos para la enfermedad de Alzheimer más allá de aquellos con los que aliviar los síntomas temporalmente y retrasar la progresión de la dolencia. Esto sucede a pesar de las inversiones millonarias y las décadas de investigación que le han dedicado tanto académicos como compañías farmacéuticas, que parecen anunciar medicamentos fallidos con deprimente frecuencia (ver "Un nuevo revés para los medicamentos contra el alzhéimer"). Mientras tanto, la presión por descubrir un tratamiento viable crece a medida que envejece la población (ver "La plaga de la demencia").

El desarrollo de fármacos para esta dolencia es particularmente difícil. Los científicos no saben el origen de la enfermedad, por lo que los tratamientos experimentales podrían no estar tan desviados. Además, se parece a otras formas de demencia, por lo que los medicamentos se prueban en una mezcla de pacientes, y algunos de ellos en realidad no la padecen. También falta homogeneidad en entre los pacientes de Alzheimer, y los distintos tipos necesitan medicamentos diferentes.
Pero, a pesar de todos los misterios por resolver, la comunidad científica ha avanzado en su comprensión sobre esta enfermedad . Las herramientas de neuroimagen pueden detectar la atrofia de las diferentes regiones del cerebro y también la presencia de placas amiloides (ver "Un escáner cerebral para el alzhéimer"). La investigación genética, además, ha identificado diferentes variantes de ADN heredadas que hacen que algunas personas posean más riesgo de contraer la enfermedad.
Hasta ahora, las grandes compañías farmacéuticas han tratado de encontrar tratamientos que funcionen para todo el mundo y, en consecuencia, han llevado a cabo ensayos inclusivos y de gran tamaño, señala el director general de Alzheon, Martin Tolar. Un enfoque mas´adecuado podría consistir en la observación de grupos de pacientes más pequeños que compartan factores de riesgo o determinados detalles de la biología de la enfermedad. Esto es lo que Alzheon planea hacer con los datos existentes, analizando la forma en que los pacientes fueron diagnosticados, la forma en que se supervisó si mejoraban o no, y si hubo indicios de que el medicamento funcionase en ciertas subpoblaciones. Tolar afirma: "Se ha generado una gran cantidad de datos y eso juega a nuestro favor". El director de la empresa es, además, neurólogo y trabajó anteriormente para la compañía de análisis del genoma Knome (ver "El software de Knome da sentido al genoma").

A veces, los fallos anunciados por las grandes compañías farmacéuticas aún pueden apuntar a grupos en los que el fármaco podría funcionar. Cuando Eli Lilly anunció en agosto del año pasado que su candidato de fármaco para el alzhéimer había fracasado, el gigante farmacéutico sugirió que ciertos pacientes, aquellos en una etapa temprana de la enfermedad, podrían haber visto algunos beneficios. En la actualidad, Eli Lilly está reclutando a pacientes con alzhéimer moderado para probar el medicamento. Otros grupos de investigación se centran en conseguir el máximo rendimiento de los fármacos mediante la alteración de los tiempos de tratamiento, entre ellos destaca una iniciativa para prevenir la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas clínicos.

Una creciente masa de información sugiere que el uso de medicamentos en grupos estratificados de pacientes podría ser un paso adelante positivo, señala el neurólogo especializado en demencia de la Universidad de la Salud de Indiana (EEUU) Martin Farlow. "Lo que me hace ser mucho más optimista es que en los últimos cinco a diez años hemos aprendido mucho acerca de la enfermedad de Alzheimer", asegura, en particular sobre biomarcadores de proteínas que se pueden encontrar en el líquido cefalorraquídeo a través de imágenes del cerebro, y con una mejor comprensión de la genética de la enfermedad. El viernes pasado, el Proyecto Internacional de Genómica del Alzhéimer anunció que había descubierto 11 nuevos genes asociados con la enfermedad, lo que viene a duplicar la cantidad conocida anteriormente. Tener más vínculos genéticos ayudará a los investigadores y médicos a clasificar mejor a los pacientes en diferentes grupos, afirma Farlow.

El principal candidato de Alzheon es un compuesto que había fracasado en ensayos clínicos de fase tardía porque no se logró observar ningún efecto claro en todo el grupo de pacientes. Sin embargo, en un nuevo análisis de los datos del ensayo, el candidato a fármaco pareció disminuir la atrofia en ciertas regiones del cerebro.

Tolar y sus colegas volvieron a analizar los datos del estudio con la intención de clasificar los pacientes en diferentes grupos en función de la genética y otros factores, e identificaron a pacientes que llevaban el marcador de riesgo genético más fuerte de la enfermedad, la variante e4 del gen Apo. Encontraron que en los pacientes con una copia de esta variante, el compuesto redujo significativamente la atrofia en el hipocampo, una región del cerebro particularmente susceptible a los efectos dañinos de la enfermedad de Alzheimer.

Si Alzheon es capaz de demostrar que el compuesto ralentiza en realidad el deterioro cognitivo y la atrofia cerebral en pacientes con ese marcador genético, la empresa lograría tener un medicamento que funcione para un gran número de pacientes con alzhéimer. "Casi el 60% de los pacientes con alzhéimer son portadores del Apo e4", señala Tolar. Alzheon comenzará un estudio para explorar la eficacia del fármaco en pacientes con este marcador genético y que exhiban signos tempranos de la enfermedad de Alzheimer en 2014.

Incluso si este nuevo enfoque logra funcionar bien, el tratamiento de la enfermedad probablemente seguirá siendo difícil. Uno de los problemas es que todos los medicamentos que se están probando sólo siguen una teoría sobre la causa de la enfermedad, mientras que muchos investigadores argumentan que los verdaderos culpables son otros cambios biológicos. "De ninguna manera está claro que siquiera los ensayos estratificados vayan a funcionar", asegura el investigador de la dolencia y especialista en neuroimagen de la Universidad de California en San Diego (EEUU) Dominic Holland.

Dicho esto, puesto que no hay tratamientos que funcionen y dada la probabilidad de que la enfermedad de Alzheimer alcance proporciones de epidemia, merece la pena hacer pruebas estratificadas de los medicamentos existentes. "Es un área realmente aterradora", afirma Holland. "Se nos avecina un gran problema".

 

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