lunes, 15 de febrero de 2016

Vivir con un enfermo de Alzheimer


La convivencia con un enfermo de Alzheimer puede convertirse en una autentica pesadilla si no se toman las medidas oportunas. La duración de la enfermedad puede variar de un caso a otro, pero el final es igual para todos, la incapacidad mas absoluta. La familia se encuentra casi tan desorientada como el propio enfermo y no sabe qué hacer o a quién dirigirse. Solo sabe que tiene que convivir con alguien que necesita cuidado las 24 horas al día.

En España, entre el 60 y el 80 % de los enfermos de Alzheimer están bajo el cuidado directo de sus familias. Las asociaciones de familiares suponen una importante ayuda a la hora de hacer frente a este problema. A pesar de que el enfermo en una primera fase vive "casi igual" que cuando estaba sano conviene ir valorando y anticipando las situaciones que se les presentaran en los años venideros.

La primera fase de la enfermedad es el momento oportuno para realizar los tramites legales de transmisión de herencias o titularidad de cuentas corrientes. La familia debe conocer si el enfermo es titular de algún seguro de vida, invalidez, etc. Realizar estos tramites mientras el enfermo esta relativamente bien pueden resultar doloroso y se debe hacer con la mayor delicadeza posible.
La familia debe plantearse, a medida que la enfermedad disminuye la capacidad intelectual y congnitiva del enfermo, la posibilidad de solicitar la incapacidad legal del enfermo, sobre todo si no se ha mostrado de acuerdo de ceder el control de su economía a otro miembro de la familia. La declaración de la incapacitación permite a la familia velar directamente por los intereses del enfermo mediante su representación legal y la prohibición de realizar determinados actos.
La declaración de incapacitación solo podrá ser declarada mediante sentencia judicial, que podrá ser promovida por los familiares o directamente por el Fiscal.
La sentencia deberá fijar los limites de la incapacitación y la persona o tutor que se responsabilice de los actos del enfermo, y de sus intereses.
Para internar a un enfermo en un centro no es necesario que este previamente incapacitado, si bien se necesita una autorización judicial, salvo que sea por un motivo urgente. En cualquier caso, habrá que informar al juez lo antes posible y siempre dentro de las 24 horas siguientes.

La enfermedad de Alzheimer supone nuevas necesidades económicas en la familia. Probablemente tendrá que contratar a alguien para que le ayude en las tareas del hogar o cuidar al enfermo. Debe contar también con gastos de medicinas, e incluso una posible futura hospitalización.
No permita que el enfermo realice actividades peligrosas. Sea firme con él, pero con delicadeza. Explíquele las cosas despacio, sin atosigarle y dele tiempo para responder.
Procure que el enfermo, mientras pueda, salga a pasear por la calle. Acompañe siempre al enfermo y póngale, de forma preventiva, una placa de identificación con su nombre, teléfono y donde figure que padece la enfermedad de Alzheimer.
Tenga a mano los teléfonos de urgencias: Hospital, médico de cabecera, cerrajero, etc. Es conveniente que tenga preparada una foto reciente y que hable con los comercios de la zona para que en caso de que el enfermo se pierda, pueda facilitar la búsqueda.
Elimine los obstáculos que puedan dificultar los movimientos del enfermo: muebles, salientes, alfombras, cables, etc; e ilumine bien la casa que pueda caminar sin tropiezos.
Guarde bajo llave los objetos peligrosos y los medicamentos y quite los cerrojos interiores de las puertas.
Procure que la alimentación sea variada. Cierre la nevera para evitar que coma sin control.
Los familiares deben intentar comprender cuáles son los sentimientos del enfermo. Puede que haga cosas extrañas, pero hay que recordar que no sirve de nada enfadarse porque el enfermo no se comporta así por su propia voluntad.
Permita al enfermo colaborar en las actividades de la casa. Puede que no las haga muy bien, pero le ayudará a sentirse útil.
Organice la vida del enfermo de forma rutinaria. A medida que avance la enfermedad, irá perdiendo la orientación del espacio y del tiempo y sólo tendrá como referencias las actividades que sus cuidadores le marquen, que deberán ser siempre a la misma hora.
Hable con el enfermo. Dele orientaciones de dónde y en qué fecha está. En cualquier caso, conversar y cambiar impresiones sobre pequeños asuntos puede ser muy valioso. La televisión puede ser útil en la primera fase. Después, utilice carteles y dibujos sencillos para explicar las cosas.
Un ambiente adecuado y agradable puede frenar el deterioro mental y general del avance de la enfermedad. Ayude al enfermo a que recupere alguna antigua afición o a que escuche música. En cualquier caso, respete sus gustos. De nada sirve enseñarle a coser o la música clásica si esto no le ha gustado nunca.
Durante la última fase de la enfermedad el enfermo apenas podrá levantarse. Cámbiele de posición a menudo y protéjale las zonas en contacto con la cama: codos, rodillas, coxis.
Vigile la higiene corporal del enfermo. Ayúdele sólo cuando sea preciso. Reduzca al mínimo sus útiles de aseo para no confundirle y por la noche deje una luz encendida siempre.
Preocúpese de usted mismo. Recuerde que también usted necesita descansar y dedicar algún tiempo a sus propios asuntos. Los cuidados que puede prestar al enfermo serán mejores si usted se mantiene en forma. Busque ayuda en las asociaciones de familiares, recuerde que hay más de 500.000 familias españolas que están en su misma situación.

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